“Topografías de la fragilidad” nos propone sentir la vulnerabilidad de la tierra, utilizando la debilidad del objeto fotográfico y el sufrimiento del papel para llevarnos por prístinos paisajes quebrados, casi como en un sueño distópico. Weyland somete a sus fotografías a procesos mediante los cuales las transforma de manera irreversible y luego reconstruye un paisaje imposible, impregnado de un silencio bello y doloroso.
Estas imágenes ahondan en la fragilidad como forma de conocimiento, en un intenso alegato a favor de reconocernos parte de la naturaleza. Somos naturaleza, nuestra fragilidad compartida lo evidencia. Pero los paisajes de Weyland no terminan de fracturarse y aún con sus cicatrices expuestas nos ofrecen maravillosos atizbos de un posible nuevo dialogo con el mundo natural que reta nuestra arrogancia humana.
Ana Sánchez Zinny