Inventario
Comienzo a escribir durante la cuarentena obligatoria a causa del coronavirus, a instancias de mi querido amigo Luis Felipe Noé, Yuyo, que en una de nuestras prolongadas conversaciones, escuchando mis anécdotas de vida, me estimuló a que relatara los sucesos que le comentaba. En ese momento le manifesté que me gustaba escribir sobre política. Otra cuestión sería escribir sobre mi vida, que es un hecho político pero tiene otras connotaciones. Una semana antes del comienzo del aislamiento, previendo que no nos veríamos por un tiempo, me incentivó nuevamente a crear este inventario. Así lo llamó: inventario. A Yuyo le gusta poner títulos, se le da muy bien.
Y así llamaré yo a este escrito: un inventario de los hechos de mi vida, las personas, las obras, las ideas, las luchas. Mi pueblo, mis hermanos, mis vecinos, mis dolores y mis amores. Un inventario de vidas que pueden ser las de muchas otras Mujeres.
Los artistas –no sé si llamarnos artistas, yo diría que somos creadores de imágenes– estamos encasillados en la expresión por la cual somos reconocidos. Pero he llegado a la conclusión de que somos capaces de concretar nuestra creación de diferentes formas válidas, que se reconocen como artísticas.
En estos días de incertidumbre y angustia donde debemos apelar a toda nuestra fortaleza y nuestra creatividad
Decidí, entonces, que estos deshilvanados recuerdos se transformen en palabras. Nunca tuve buena memoria, pero este desafío es una forma de recordar lo que ha sido decisivo en el viaje de mi existencia. Me dispongo, entonces, a contarles acontecimientos en los que intervienen varios actores, sucesos que algunas veces quiero olvidar. Y si faltan otros, que olvidé, es porque no eran importantes.
Estos hechos que fueron parte de mi vida también son hechos en la vida de muchas mujeres. Mi intención es que narrarlos sirva en algo para des-ocultar los secretos familiares, rescatar recuerdos que persisten en los pliegues de la memoria, muchas veces dolorosos pero que nos hacen fuertes para enfrentar y dar batalla a los diversos desafíos que nos presenta diariamente la vida.
La pandemia está causando estragos en el mundo. Vivimos en el temor latente a algo que no conocíamos, si bien había elementos previos que nos hacían pensar que algo de esto podía ocurrir. Las catástrofe producida por la codicia desmedida del capitalismo se nos presenta en forma cruel y despiadada, quedan –todavía más– en evidencia las injusticias. Las vivencias que aquí voy a narrar se entrelazan con el contexto social y político.
Me pongo, entonces, a inventariar. Escribo convencida de que lo personal es político.
Ana Lucía Maldonado
Buenos Aires, marzo de 2020