La obra de Irene Banchero se desliza por estos versos de Walt Whitman. Su universo escultórico, de formatos diversos y colores exuberantes, está desplegado en las salas de exhibición, y forman parte de su Modo de estar.
Formas que escapan del canon de la geometría más dura y se balancean cómodas al compás de las manos de la artista que ha orquestado un paisaje de especies variadas. La idea de mundos orgánicos y la intuición de un movimiento preexistente subyacen en toda su obra.
Metáforas de arrecifes de corales o paisajes de relieves alterados, como los de la Tierra Media de los cuentos de Tolkien, han sido construidos con paciencia para leer con la mirada y desplegar la imaginación. El soplido del viento, el torbellino irreverente, el fluir del agua, cuestionan la quietud de los objetos.
Cuencos profundos, cuerpos romboidales, abanicos arborescentes, piedras pesadas y oscuras. El vacío que muestran los espejos, ese perderse en un infinito irreal y quebrado, invita al juego de apariencias que propone la artista. Incapaz de encerrar la vida, sus jaulas permanecen vacías. Una biblioteca espera ser llenada por los libros leídos o deseados mientras en las paredes florecen gajos de color.
Irene domina los materiales y los somete a sus deseos. Las finas láminas maleables de Mdf recortadas con la precisión del láser, se lían, se superponen, se acomodan y se cubren de color. Yeso y algodón mutan su blancura a negros intensos.
La noción de “Grupo Móvil”, esa invención de Brancusi aparece como referente para pensar el montaje de sus obras; autónomas y separadas pero relacionadas a partir de los lazos vitales que se crean entre ellas. Se organizan por vecindad o por contraste. Lo vertical y lo horizontal, la línea recta y la sinuosa curva, lo cóncavo y lo convexo, luces y sombras, la evidente superficie y la secreta profundidad; estos juegos de opuestos generan una composición rica y compleja.
Irene nos ofrece un encuentro con un tiempo recorrido y un espacio poblado de sus obras que es su modo de seguir estando.
Nora Arrechea
Buenos Aires, Junio de 2015