En su regreso a la Argentina, Miguel Angel Ríos (b. 1943, Catamarca) propone un viaje en, por los menos, dos direcciones. Por una lado, hacia las entrañas históricas, culturales y políticas de nuestro continente; por el otro, hacia la introspección y el reencuentro con el erotismo, a partir del consumo de drogas y hongos alucinógenos que el propio artista experimentó.
El conjunto inédito de dibujos, videos y pinturas que se despliega en la sala de Barro propone un erotismo de las ideas y se sostiene desde la deformidad, la alteración de los estados, la duplicidad y el contacto con la naturaleza y la sexualidad, durante demasiado tiempo recluida en el gueto de la pecaminosidad.
La fantasía, lo lisérgico, el humor y el erotismo se ponen al servicio de la creación de mundos imaginarios que toman como inspiración el arte erótico de la cultura Moche (siglos II al VII) del noroeste de Perú. Miguel Ángel Rios emprende un viaje alucinógeno desde sus propias fantasias hasta la fragmentación de las formas y del sujeto.
En el año 1988 el artista visitó el Museo Rafael Larco y a partir de ese entonces frecuentó sus visitas al Perú, en donde realizó un viaje a Huancabamba, Salala, Piura, para ingerir el cactus San Pedro en pleno paisaje abierto con el objetivo de trabajar las imágenes desde la perspectiva que proporciona el alucinógeno que los Mochica consumían en sus ritos y celebraciones (el San Pedro, el Acullico de hoja de coca y la Chicha)
Los parámetros de moralidad y tabú que caracterizan la visión judeo-cristiana tradicional del erotismo no tenían lugar en las culturas precolombinas. Como una categoría única dentro de la historia del arte erótico, el arte precolombino es conocido por su juego idiosincrásico y su representación de actos sexuales como caricaturas.
El arte precolombino representa escenarios domésticos de la vida cotidiana y una variedad de actos sexuales, junto con ritos de fertilidad e invocaciones de lo divino en un continuo que no corresponde a la separación antitética de lo sagrado y lo profano en Occidente.