La serie de retratos al óleo que presenta Gloria Wassington han tenido como punto de partida viejas fotografías familiares o la anuencia de una vecina o amigos o ella misma para prestarse de modelo; pero en su trabajo pierden ese parentesco con el recurso mimético del documento, del esto sucedió, esto fuimos, esto somos, para adquirir sin más, el carácter de un mundo espectral que nos interpela sin concesiones.
Todo parece conducir a la creación de ese clima de singular extrañamiento que define la obra de la artista. Estos seres ajenos a la vida y a nuestro mundo parecen exhibir casi provocativamente su intimidad, intimidad que se nos expone; somos lanzados a tratar de descubrir y a la vez a sentir nuestra impotencia para alcanzar eso que inquietantemente nos convoca.
…Los humanos estamos marcados por las estaciones donde se detuvo la esperanza, sostiene T.W. Adorno. Por eso no es fácil acoger la mirada que nos busca, porque en ese lugar de trasbordo que son las imágenes de Gloria, se produce un entrelazamiento reversible de miradas, las nuestras, las suyas, que en su lengua muda nos hablan de un vacío que es el nuestro, de una nihilidad que es la nuestra.
Ana Aldaburu, agosto de 2015