Desde su llegada a Buenos Aires, Germaine se constituyó en una agitadora cultural clave en un campo artístico inmerso en un enérgico proceso de modernización. Desde su lugar de crítica, curadora y artista, promovió una renovación de las indagaciones estéticas, especialmente entre fines de los 50 y comienzos de los 70, desde trincheras como la galería Lirolay –de la cual fue directora- y el periódico francés Le quotidien y, luego, la revista Artinf.
El subtítulo de esta exhibición alude precisamente a este movimiento modernizador a través de una cita tomada del texto que escribió para la muestra “14 Pintores de la Nueva Generación”, organizada en la galería Lirolay en 1960. Se trataba de una muestra que congregó a artistas jóvenes centrales en el desarrollo de la década como Alberto Greco, Silvia Torras, Felipe Noé, Olga López, Kenneth Kemble, entre otros.
Kenneth Kemble la recordaba como "una de las rarísimas personas con sensibilidad, visión histórica, coraje y discernimiento selectivo que han adornado nuestro pequeño mundillo teórico-práctico del arte. Fue la instigadora, creadora y promotora de Lirolay, una pequeña galería abierta alrededor de los años '58, '59. Allí sólo se exhibían —ante el escándalo bastante generalizado, por cierto— las obras que ella consideraba convenientes, fuesen famosos o totalmente desconocidos sus autores. Y desconocidos o casi éramos en ese momento Luis Wells, Antonio Seguí, Jorge López Anaya, Carlos Alonso, Rubén Santantonín, Marta Minujín, Nicolás García Uriburu, Federico Peralta Ramos, Luis F. Benedit, Luis F. Noé, Rómulo Macció, Ernesto Deira, Jorge de la Vega, Alberto Greco, Rogelio Polesello, Pablo Suárez, y yo, entre otros".