Diana Paris o las gráficas de una crónica no esperada
Diana Paris, la artista inconformista y cuestionadora, tal como esperamos sea la actitud de quien hizo del arte un lenguaje para interpretar las emociones colectivas.
Ella es quien agudiza la mirada frente a la realidad de su tiempo e inexorablemente le da respuesta con la crudeza y la contundencia con que la realidad nos baja.
Será por ésa, incisiva mirada, que necesita detenerse en la imagen que se le presenta cual si tuviera una lente fotográfica. Y así poder hacer más evidente esa realidad inevitable, que otros no quieren ver.
Es que la realidad no pide permiso para mostrarse igual que los carros que ella pinta. Esos carros humanos, carros caballos en su tránsito por la vida posible, llevando los excedentes de un sistema que los genera y los vomita a la vez.
Imágenes recurrentes de una Argentina que duele.
Imágenes que creíamos haber dejado atrás.
Y no es lo que nos narra su pintura lo novedoso, es el cómo lo expresa al elegir el blanco y negro en particular paleta de atemporales grises que dan escalofrío. Pinta las gráficas de una crónica documentando la época.
Diana es dúctil con todos los materiales que abraza, juega, se complace, se entrega. Toma una posición política desde su compromiso plástico. Define esa postura y encuentra su camino así como lo hicieron Abraham Vigo o Antonio Berni, porque la historia así se lo pide.
Compone los cuadros como si ella misma hubiera encontrado chatarras y a su vez es ella quien le da lugar en su corazón de carro, en franco cobijo, abigarrados objetos humanizados.
Será que aparece su oficio de escultora componiendo con materias y espacios. Encontrando claves en una chapa oxidada, en un pedazo de madera gastada. Les hace un lugar en su obra, les hace un lugar en su vida, un lugar posible hecho signo, para poder por fin, ser vistos.
María Claudia Martínez
Escultora, docente de artes visuales