La obra de Beatriz Ruiz es como un río silencioso que fluye hacia lo indeterminado, hacia un territorio impreciso donde las formas, en su cambiante polisemia parecen siempre a punto de decir algo, de revelar un secreto que finalmente se nos niega, y en esa inminencia que no se resuelve reside su potencia y su misterio.
Oscuridad profunda y móvil que bordea lo indecible, que recubre el espanto, que se lleva el recuerdo. Metáfora de la memoria, del carácter inasible de sus contenidos cambiantes.
Restos. Los que deja el río en sus orillas, destinados a seguir su irreversible proceso de degradación y transformación. Trazas. Huellas. Como las que quedan en la memoria. Fragmentos apenas, de experiencias que se van desvaneciendo en las brumas del tiempo.
Melancolía. Por todo lo que se lleva -desde siempre y para siempre- ese río infinito que nos arrastra.
Marcelo Pelissier
2021