Las curadoras de la muestra, María José Herrera y Mariana Marchesi ‒directora artística del Museo‒, explican: “Como arquitecto, Testa reflexiona sobre las falacias de la modernidad y su funcionalismo, critica el hacinamiento y las rutinas de ordenamiento a las que el ciudadano contemporáneo está sometido. Desde la pintura, desarma los postulados de la arquitectura moderna y racionalista, aquella que había marcado su formación”.
Hacia 1975, Testa se unió al Grupo CAYC, fundado por Jorge Glusberg en el Centro de Arte y Comunicación. La institución se proponía ensamblar disciplinas, y fue una plataforma colectiva desde donde Testa desplegó sus intereses de artista y urbanista. En consonancia con el grupo, aportó a la configuración de un arte de sistemas, que vinculó la lógica proyectual de la arquitectura con diferentes temáticas sociales y culturales. Testa evidencia su sistema, los componentes en interacción del dibujo de la arquitectura, cuando codifica o mide personas, objetos o acciones. Allí muestra cómo toda expresión puede ser llevada al plano del proyecto. En secuencias que recuerdan la historieta, dibuja un mismo objeto inmóvil según distintos puntos de vista y concepciones geométricas: alzado, vista frontal plana, en planta, visto desde arriba.
Inspirado en eventos de su niñez o en la historia, el artista enunció en sus obras un mensaje ecológico y social en el que reflexionó sobre las implicancias históricas de las pestes, como amenaza o agente contaminador. Si las epidemias del siglo XIV surgían de procesos naturales, el sentido de catástrofe ecológico-urbana al que alude Testa es consecuencia directa de la acción del hombre.
Desde finales de los años 80, su lenguaje, siempre expresionista, cita de diversos repertorios y disciplinas, de fragmentos superpuestos de distintas temáticas e imágenes, sintonizó con las tendencias de la denominada pintura posmoderna. Una de sus temáticas predilectas en esta época fue la historia de América, en particular la empresa económica que impulsó las grandes travesías hacia el nuevo mundo en el siglo XV y sus consecuencias: la explotación y el sometimiento de los pobladores originarios.
Otro de los temas que Testa abordó desde sus primeros bocetos es el problema urbanístico de la transformación de Buenos Aires. Como arquitecto proyectó edificios emblemáticos de la ciudad (la Biblioteca Nacional o el ex Banco de Londres, hoy Banco Hipotecario), mientras que como pintor representó los planos de la gran urbe desde su fundación, y recreó el crecimiento desordenado de las manzanas en la actualidad, con los espacios vacíos entre ellas y la plaza como lugar de encuentro. Para Testa, la arquitectura es un sistema de significación, semiótico, además de forma y espacio para el habitar.
“Toda su trayectoria puede pensarse como una gran reflexión sobre la tensión irresuelta entre los modos de vida y los dispositivos ‒la casa, el museo, la galería, la calle‒ en que transcurren. Una pulsión liberadora que convoca la potencia metafórica del color y las formas, así como vuelve alegórica la materia desnuda, atraviesa sus trabajos como un indicio sugestivo de que un enigma siempre confiere sentido a las cosas con las que tramamos nuestra vida”, sintetiza Duprat.
Las obras en exhibición provienen de la colección de la familia Testa, y de otros acervos públicos y privados, como el Bellas Artes, Cancillería Argentina, Fundación Proa, colecciones Balanz Contemporánea y Daniela Mac Adden.