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Posadas 1725 [mapa]
Tel 4804-1163 / 4804-4324
Mar a Vie 12 a 20 hs. Sab, Dom y Fer 10 a 20 hs.

www.palaisdeglace.org [email protected]

Máquina del tiempo

Del 04 de Mayo al 04 de Junio de 2017 - Inaugura: 19hs  - Entrada: libre y gratuita

 
 
 

Retrospectiva de la obra de Tulio Romano. Más de treinta esculturas, tres instalaciones, dibujos y bocetos de sus trabajos conforman esta muestra que abarca 32 años de producción (1985-2016).

Esta retrospectiva de esculturas de Tulio Romano condensa treinta años de trabajo ininterrumpido.
 
Es notable el continuum estético del escultor. De un mismo bloque de madera genera una escultura; al mismo tiempo esa obra, siempre figurativa, se caracteriza por su elaborada reelaboración y distinguido minimalismo cromático: la materia torneada, sumamente trabajada, límpida, suele presentar mojones de color, y generalmente de una misma tonalidad. Las características apuntadas logran un realce mayúsculo al combinar formas duras y blandas: es en la tensión allí producida que la obra de Tulio adquiere singularidad.
 
Oscar Smoje
Director del Palais de Glace – Palacio Nacional de las Artes
Ministerio de Cultura de la Nación
 
El trabajo de Tulio Romano
 
La práctica del arte es un trabajo. Un trabajo peculiar, autónomo; a veces inconstante; temperamental, idiosincrático, equívoco, apasionado y obsesivo las más de las veces; conflictivo y asombroso, pero trabajo al fin. Quiero decir: dotado de exigencias, continuidad y regularidad variable siempre es trabajo. Es ir al taller a diario -o casi a diario- y trabajar.
 
Es tener buenas ideas, a veces pocas ideas, otras desbordar de ideas. Buenas ideas, ideas mediocres, algunas ideas. Y trabajar.
Vivir y vivir en el taller. La mitad de la vida, a veces más, a veces menos, pero acompañados día y noche, día tras día, año tras año por esa sombra, apegada y demandante.
 
(Recuerdo aquí la escena de salir un día al patio delantero de la casa de Tulio en Villa Allende y toparme, en el camino a su taller inmediato, con una serie de troncos de árboles caídos -¿eucaliptos, paraísos?- recogidos en los alrededores: los recuerdo como imágenes de la promesa del ciclo continuo, inagotable).
El trabajo del arte se elige, y las razones siempre permanecen insondables. Pero la sospecha es que siempre somos mejores en nuestras obras. Lo real se impone, ya no hay dueños, pero somos eso. O sea: el trabajo del arte tiene este premio, lo hecho se nos devuelve como entidad.
 
Todo esto sabemos que puede acarrear una solemnidad aplastante, y quizás haya sido ese fantasma, el de una solemnidad mortuoria, lo que ha alentado toda una tradición rioplatense de echar mano al humor y la ironía como una constante en el quehacer, y gesto central en la construcción de las obras. Pienso en artistas como Molina Campos, Juan de Dios Mena o Antonio Seguí, por ejemplo.
 
El trabajo, el discurso y la sonrisa.
 
El humor es fuerte y permanente en la obra de Tulio Romano, pero corre paralelo a una incesante preocupación por la precisión y el refinamiento en la talla y el trato de los materiales. El dibujo de sus figuras es impecable. El tratamiento de la madera -sobre todo y casi siempre la madera- en sus diferentes aspectos y momentos siempre es precisa, delicada y muy apropiada al carácter de cada obra.
 
Tulio Romano sabe decir y sabe hacer, se esfuerza y parodia el esfuerzo a través de gimnastas que como alter egos persiguen lo indecible.
Se arriesga al color, y lo hace bien. El color en sus obras recuerda que la escultura también nació para ser pintada, o que ser pintada es una propiedad que le es afín.
Los colores en sus obras pierden superficialidad, nos dan la extraña sensación de que siempre estuvieron alli, que pertenecen al material, que eran obvios en sus sitios.
 
Así, lo cotidiano es tomado con ternura, la materia con esfuerzo y oficio, y el arte con la dignidad del que sabe lo que tiene entre manos.
Finalmente, confieso que cuesta mucho acompañar su quehacer con palabras, porque cuesta no resumir el empeño diciendo simplemente: Tulio Romano tiene una obra llena de maravillas.
 
Tulio de Sagastizábal, abril de 2017
 

ARTISTAS PARTICIPANTES

Tulio Romano
 
Nació en la ciudad de Córdoba en 1960. Estudió en la Escuela Provincial de Bellas Artes Figueroa Alcorta y en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba. En 1980 comenzó a exponer en Córdoba y en 1991 hizo su primera exposición individual en la ciudad de Buenos Aires. A las exposiciones individuales y colectivas realizadas en Argentina, Estados Unidos y distitnos países de Europa durante las décadas de 1980 y 1990, se suma la presencia de su obra en las principales ferias internacionales de arte contemporáneo: ArteBA, Art Chicago, ARCO, Art Miami y FIAC, entre otras.
 
En 1993 fue invitado a la bienal de Valparaíso (Chile) y en 1994 a la de La Habana (Cuba); además, en 2015 participó de los Eventos Colaterales de la Bienal de Venecia. Entre las distinciones recibidas se destacan el Primer Premio de Escultura Becas Miró en 1993, el Primer Premio Escultura Joven 1994 de la Fundación Banco Crédito Argentino, el Tercer Premio en el Salón Municipal Manuel Belgrano en 1999. También participó en la Bienal de Bahía Blanca en 2001, del Premio Fortabat de 1999 y en el Premio Trabucco de 1998, 2007 y 2010. Fue becario del Fondo Nacional de las Artes en 1989, de la Fundación Antorchas en 1990, de la Fundación Llorens i Artigas en 1994 y de la Krasner-Pollock Foundation en 2002. En 2002 recibió el Diploma al Mérito Artístico de la Fundación Konex en Escultura, Quinquenio 1997-2002.
 
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